Los ojos de la alumna sonríen mientras el sonido del piano domina la sala y sus sentidos. La profesora toca, enseña, pero, en este lugar, también aprende. Las notas de la música Noturno salen de los dedos de la pianista Renata Sica y se esparcen por la sala de una casa en la ciudad de Araras (São Paulo). María José Febraro, de 75 años, flota en el tiempo al saber que esa obra fue compuesta por una mujer negra como ella, con sueños trabajados con esfuerzo similares a los suyos, con conquistas ocasionales y con los “no” de todos los días.
La autora de la música fue la sufragista, mecanógrafa y sindicalista Almerinda Farias Gama (1899-1999). Almerinda fue una trabajadora histórica de Alagoas, invisibilizada en el siglo XX y una figura hasta entonces desconocida para la profesora que tocaba, para la alumna que escuchaba y para el mundo. Ambas saben que están frente a una partitura histórica con las marcas amarillentas del tiempo.
La primera en percatarse de que tenía una reliquia frente a sí fue la investigadora Cibele Tenório, estudiante de doctorado en Historia por la Universidad de Brasilia (UnB) y periodista de la Radio Nacional, vehículo de la Empresa Brasil de Comunicación (EBC). Fue Cibele quien encontró las partituras archivadas en la Escuela Nacional de Música de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
Ritmos
Cibele lanzará, el próximo año, una biografía sobre Almerinda Farias por la editorial Todavia. El proyecto surgió de una investigación de maestría en la UnB, bajo la orientación de la profesora Teresa Marques. Durante el proceso para conocer más sobre Almerinda, Cibele descubrió que la sufragista tenía pasión por el piano y había creado músicas con variadas inspiraciones.
“Hablamos de un personaje que fue olvidado”, dice la investigadora. Cibele explica que Almerinda, en una entrevista de 1984, recordó que su abuela paterna le enseñó francés, labores domésticas y le dio lecciones básicas de piano. “Ella dijo que nunca ingresó a un conservatorio en su infancia. (…) Después, cuando era anciana y se jubiló como mecanógrafa, volvió a dedicarse al piano, el instrumento de su infancia”, afirma Cibele.
“Va a dañar los dedos”
La trayectoria de Almerinda encanta y conmueve a Maria José, quien también conoció el piano en su infancia. “Saber esta historia de lucha, de una mujer negra como yo, me dio más ganas de aprender piano”, dice María José. La mujer que hoy escucha el instrumento ya había oído a los jefes de su madre, empleada doméstica en una finca, decir que no debía acercarse al piano de la casa. “Decían que, si yo lo tocaba, podría dañar mis dedos”, recuerda.
Hoy, los dedos y el corazón de la extrabajadora del campo y empleada doméstica encuentran notas –las teclas blancas– y sus bemoles y sostenidos –las negras– gracias a su vecina música Renata Sica. “Me conmoví cuando el Instituto Brasileño del Piano divulgó el descubrimiento de las partituras. Quise tocar. Y fue como viajar en el tiempo”, cuenta la profesora.
Conociendo a Almerinda
La divulgación del hallazgo de las partituras desconocidas se dio gracias a Cibele Tenório. Cibele se emocionó cuando las vio en sus manos y luego al escuchar cómo aquel papel amarillento se transformaba en música con la interpretación de Renata. “Es como si estuviera encontrándome con Almerinda”. Más que documentos, la música, en la práctica, revive al personaje. Dejó de ser solo historia en un libro y pasó a ser vida entonada.
“Almerinda tocaba piano cuando era niña. También pasó toda su vida con las teclas de la máquina de escribir. Es como si hubiera intercambiado las teclas. En la infancia, las teclas del piano por las de la mecanografía. En la vejez, regresó a las teclas blancas y negras”. La investigadora explica que Almerinda dijo, a los 85 años, que había compuesto más de 90 músicas a lo largo de su vida.
Las canciones fueron enviadas a la Escuela Nacional de Música, en Río de Janeiro. Cibele localizó 29 obras y consiguió acceso y autorización para que el material fuera divulgado. “La mayoría tiene versos y está escrita con su propia letra. Son de géneros variados como baião, valsas, samba… Como ella afirmó que había hecho más de 90 trabajos, todavía hay mucho por investigar”.
Las partituras no tienen fechas identificadas y tratan sobre el amor, leyendas amazónicas (Almerinda vivió en Belém) e incluso canciones de cuna. “Primero comencé conociendo a la figura pública, una activista por los derechos de las mujeres. Después, descubrí las partituras”. Los papeles eran un logro, pero los sonidos llevaron el descubrimiento a otra dimensión.
Divulgación
Los sonidos fueron posibles también porque la investigadora llevó las partituras al Instituto Brasileño del Piano para que el material pudiera divulgarse. “Ya hemos publicado más de 4 mil videos de partituras de compositores brasileños”. Después de la publicación en la página del instituto, pianistas se interesaron en que la música no se quedara solamente en papeles antiguos. “Las músicas de Almerinda son sencillas. Pueden tocarse en ambientes domésticos o en recitales”, dice el presidente del instituto, Alexandre Dias. Explica que las canciones funcionan en un piano solista, pero también pueden y deben ser cantadas.
“Lo que más me llamó la atención fue ver el eclecticismo de esta intelectual. Muestra qué mente tan vivaz y afilada tenía”, dice el pianista. Para Cibele Tenório, la sensación al escuchar fue diferente. Más que método, papeles y teoría, hay sentimientos que la investigadora no logra explicar racionalmente.
“Mi encuentro con Almerinda también se da a través de la ancestralidad. Soy hija de una mujer negra y mi investigación es, de alguna manera, un reencuentro con mi madre [que falleció cuando la investigadora era adolescente]”. El rescate es para que las personas no sean olvidadas.
Revolucionaria
Investigadora del Programa Avanzado de Cultura Contemporánea en la Universidad Federal de Río de Janeiro, la profesora Kátia Santos entiende que historias como la de Almerinda, trabajadora negra nacida 11 años después de la abolición de la esclavitud, son casos atípicos y revolucionarios. Kátia explica que, en muchas familias negras, la supervivencia siempre ha sido lo más importante y una prioridad ante el arte. La conquista de Almerinda no fue simple.
“Las mujeres negras son las que más sufren opresión […] Necesitan siempre unirse para intentar garantizar su espacio, pero la base de todo esto, para que logren la oportunidad de saber si tienen tales aptitudes, si quieren hacer esto, es garantizarles la educación”, considera Kátia Santos.
Para ella, la historia de Almerinda muestra una necesidad ciudadana. “Ella también quería ejercer el arte. Eso es muy importante”. Esta necesidad ahora la tiene la profesora Renata, quien decidió tocar y grabar las músicas de la sufragista. Una necesidad también para la alumna de piano María José. “Amo el piano desde niña, pero era muy pobre y no tenía posibilidad de estudiar. Ahora, puedo hacerlo. Almerinda es una inspiración más para mí”. El silencio se rompió.
Fonte: Agência Brasil – Leia Mais em:
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